La polarización o “la división de las aguas”
En una revisión del año 2017, Horan y Williams, describen y detallan los orígenes del debate y las posturas a favor y en contra sobre la oogénesis postnatal que las publicaciones y conclusiones fueron generando a través de la historia. Así es como unas pocas publicaciones muy antiguas sobre las que pusieron especial atención y brindaron la descripción pese a la dificultad del idioma original (Waldeyer 1870, Pearl and Schoppe 1921, Zuckerman 1951 y Peters, Levy y Core 1962), marcaron las tempranas conclusiones. Estas determinaron la naturaleza de finitud de la generación del pool de células germinales, siendo ampliamente aceptadas y las que generaron la teoría que se transformaría en dogma por los próximos 50 años. Es sobre estas bases, que aquellos que trabajamos en línea germinal femenina, durante muchos años, hemos apoyado nuestro foco de investigaciones y nuestras ideas en el momento de delinear estrategias científicas. A partir de la década del 60’ aparecieron unas escasas publicaciones que mostraban débilmente la existencia de células en división que planteaban la posible presencia de oogenesis postnatal (Ioannou 1967, David 1974), pero ninguna pudo desafiar ni derribar las bases biológicas que sostenían la oogenesis prenatal. En el año 2004, aparece una publicación del grupo de Tilly (Johnson y col 2004) que desafía y refuta de manera contundente la columna vertebral de este concepto. Es a partir de este momento, que la comunidad científica que está involucrada con el estudio del tema, comienza a estar polarizada y dividida. Fue entonces que la sola publicación de un trabajo científico que actúo como disparador, que permitía plantear la duda, nos invitaba a abrir una “ventana” de posibilidades. Esto estimuló a muchos grupos que comenzaran a enfocar las ideas y las estrategias en esa dirección sin tener en cuenta la visión crítica del mundo científico. (Bukovsky 2005, Johnson 2005ª; Zou 2009; White 2012) Mientras que otros, necesitaban mayor evidencia científica para reconsiderar el tema (Byskov y col 2011; Kerr y col 2012; Telfer 2004). Estas referencias bibliográficas, y solo por citar algunas, exponen la idea que algunos grupos consideran que los hallazgos sobre las stem cells ováricas, pudieron ser malinterpretados y que requerían de mayor evidencia para confirmar su existencia. Las publicaciones de Zou y White, agudizan aún más el debate con la detección y el aislamiento de células germinales putativas de ovarios adultos de ratón y humano. El estudio de VASA como marcador de la célula germinal en el ovario infantil y juvenil, y su asociación con el cuerpo de Balbiani, permitió retomar un concepto antiguo para enfocarlo desde esta perspectiva. (Albamonte MI y col 2013; Albertini D 2017).. El estudio de proteínas fluorescentes verde (GFP) en el intento de detectar marcadores visuales específicos, permitió el desarrollo de estudios in vivo en modelos de ratón (Johnson y col 2004) demostrando la neo-oogénesis adulta, siendo contradicho por otros. (Eppig y Wigglesworth 2000; Albertini 2004). Del mismo modo, el estudio de OCT4 como marcador de pluripotencialidad en ovarios de niñas con cáncer y tratamiento quimioterápico, permitió pensar el debate con perspectiva inversa, desde lo patológico. ( Albamonte MI 2019; Bhartiya y col 2019). La localización citoplasmática del c-Kit como marcador de “stem cell”, fue utilizado también como identificador de las stem cells ováricas en ovarios postnatales de ratón. (Liu y col 2007; Pacchiaroti y col 2010). Se conoce que es un regulador clave en la diferenciación de la célula germinal pero también está presente en las “stem cells” somáticas. La detección en biopsias de ovario humano adulto, de una población heterogénea de células DDX4 positivas como precursoras de estructuras que tienen la apariencia de folículos tempranos, permitiría observar su potencial desarrollo in vivo e in vitro. (Clarkson Y y col 2018).
La brecha tan ponderada…
Si consideramos entonces, aunque sea de manera débil y dudosa, la existencia de estas estructuras celulares promotoras de renovación y regeneración, inevitablemente surgen cuestionamientos: si existen…para que sirven? ¿Por qué su presencia no se traduce en un status fisiológico medible: mantenimiento hormonal evitando la instalación de la menopausia; contribución al pool folicular que va a crecer y que será potencialmente fecundable? La brecha que existe entre la ciencia básica y aplicada, en ocasiones es grande y difícil de disminuir, no permitiendo, en muchas circunstancias, transpolar el primero al segundo.
Quizá en los próximos años, los esfuerzos estarán focalizados en poder mejorar aún más los protocolos disponibles para poder identificar y estudiar las stem cells ováricas. Lamentablemente esto tiene sus limitaciones. La gónada humana conlleva consideraciones éticas muy robustas, esto limita la obtención de material de biopsias y ovarios completos, aún más, para el desarrollo de los protocolos. Es por eso que las investigaciones son prolongadas en el tiempo y con una carga de frustración no despreciable, con la que estamos obligados a convivir.
¿Estamos preparados?
Pero el objetivo de este comentario pretende ir más en profundidad. En primer lugar, preguntarnos ¿cómo es nuestra posición como observadores? ¿Limitamos nuestras ideas “a priori” en función de lo que sabemos y así condicionamos nuestras estrategias? Como observadores, desde un punto más filosófico, tenemos creencias, formas de pensar, valores y tomamos decisiones en función de ello. Decisiones que conllevan probabilidades asignadas. Si nosotros modificamos nuestra posición como observadores probablemente también cambien la distribución de esas probabilidades. A veces es necesario “vaciar” nuestra mente de consignas preconcebidas y así dar lugar a posibles respuestas, que pudieran ser algunas muy relevantes.
Esta postura no aspira a competir con el peso específico de la información científica existente ni caer en el campo del esoterismo, simplemente a cambiar la lente y manifestar la intención de dar lugar a otras perspectivas, aunque en principio, sean incongruentes. La ciencia es dinámica, la historia lo ha demostrado. El gran interrogante es si nosotros como ejecutores de la misma, estamos preparados para ese dinamismo. Quizá en el área de la biología de la reproducción, y específicamente en las stem cells ováricas, aún no lo estemos.